martes, 29 de marzo de 2011

Una lectora poco común - Alan Bennett

Título original: The Uncommon Reader

Antes de hablar de esta novela corta, debo decir que no soy monárquico. Siempre he dicho que soy republicano juancarlista que, aunque parezca incompatible, no lo es. Sin embargo, por alguna razón, he tenido un apego por la realeza británica. Sí, Diana, claro, pero no soy el único. Pero luego está Enrique VIII, que no es que me caiga bien (¿es posible que te caiga bien alguien muerto que no conoces?), pero me interesa mucho toda la era Tudor (claro, la serie la he visto entera, pero todo empezó bastante antes, cuando fui a Hampton Court por primera vez).
‘She’s not a popular author, ma’am.’
‘Why, I wonder? I made her dame.’
Mr Hutchings refrained from saying that this wasn’t necessarily the road to the public’s heart.
No es la primera vez que leo algo sobre el hecho de leer. El libro de Hanff trataba, básicamente, sobre eso. Pero estamos ante una novela de ficción. Los hechos que en ella se explican no han pasado (que sepamos, claro), a diferencia con aquélla. Así que nos encontramos con una retahíla de autores, que se mencionan a veces sin especificar (llevando a confusión). Hanff mostraba su interés preciso por algunas obras, pero era algo genuino. Bennett, a mi parecer, intenta hacer un homenaje a sus autores favoritos. Claro está, a veces tiene que meter algunos a presión para facilitar la narración.
‘How did you find it, ma’am?’ asked Mr Hutchings.
‘Dame Ivy? A little dry. And everybody talks the same way, did you notice that?’
‘To tell you the truth, ma’am, I never got through more than a few pages. How far did Your Majesty get?’
‘Oh, to the end. Once I start a book I finish it. That was the way one was brought up. Books, bread and butter, mashed potato –one finishes what’s on one’s plate. That’s always been my philosophy.’
La historia, aunque extraña, es sencilla. La reina Isabel II (Elizabeth) un día pasea sus perros, se le escapan y se meten en una biblioteca móvil. Allí, ante la mirada sorprendida del bibliotecario y de Norman, uno de los cocineros de la corte (o más bien el friegaplatos), se ve obligada a coger prestado un libro: sería de mala educación no hacerlo. Como lo sería no leerlo - ¡hasta el final!
Nor was Mr Hutchings much help, except that when he mentioned dogs as subject that might interest Her Majesty it reminded Norman of something that he had read that could fit the bill, J. R. Ackerly’s novel My Dog Tulip. Mr Hutching was dubious, pointing out that it was a gay book.
‘Is it?’ said Norman innocently. ‘I didn’t realise that. She’ll think it’s just abut the dog.’
Así, la reina entabla amistad con Norman. Una amistad difícil porque no es honesta y libre, sino que viene encajada dentro de las imposiciones tanto de clase, como de posición, como de poder.
Nor initially did she discuss her readings with anyone, least of all in public, knowing that such a late-flowering enthusiasm, however worthwhile, might expose her to ridicule. It would be the same, she thought, is she had developed a passion for God, or dahlias. At her age, people thought, why bother? To her, though, nothing could have been more serious, and she felt about reading what some writes felt about writing, that it was impossible not to do it and that at this late stage of her life she had been chosen to read as others were chosen to write.
¿De dónde sale todo esto? Está claro que la reina lee, pero ¿qué lee? Seguramente todo lo que lee son versiones abreviadas o resúmenes para poder tener las conversaciones, o hacer los discursos, cuando nombra al escritor en cuestión caballero de la Orden o lo que sea. La idea de que los reyes no hacen nada, me parece absurda. No sé cuál es la agenda que tienen y supongo que hacer limpieza no está entre las faenas, pero lo que está claro es que de cosas se ocupan. Y en este caso, una reina con tanto poder, seguro que tiene un día a día muy atareado. Por lo tanto, ¿acaso lee por placer?
‘I think of literature’, she wrote, ‘as a vast country to the far borders of which I am journeying but cannot possibly reach. And I have started too late. I will never catch up.’
Ese es el motivo de toda la historia: la reina, a los setenta y todos años descubre la pasión por leer. Una pasión tardía y que la absorbe. Todos los que somos asiduos lectores hemos pasado por eso, pero suele ser en la adolescencia cuando queremos escapar de nuestra realidad (estar peleado contra el mundo es común a todos los adolescentes).
… seeing the blue- and pink-jacketed volumes ranged along her desk, the Queen thought they looked almost edible and straight out of a patisserie window.
Pero si cambias tus rutinas, tomas notas de todo lo que se te pasa por la cabeza, y desatiendes tus tareas, cuando tienes una cierta edad, enseguida piensan que estás perdiendo la cabeza.
‘I was giving the CH once, I think it was to Anthony Powell, and we were discussing bad behaviour. Notably well behaved himself and even conventional, he remarked that being a writer didn’t excuse one from being a human being. Whereas (one didn’t say this) being Queen does. I have to seem like a human being all the time, but I seldom have to be one. I have people to do that for me.’
Conociendo la trayectoria del autor, es difícil no pensar que hay algo de crítica a la casa real. Pero yo quiero pensar que en realidad sí que es un homenaje, pero a todo el lector que, como la protagonista de esta historia, somos reyes y emperadores de Fantasía tan pronto abrimos un libro.
  • Nota: 7/10
  • Destaco: las facilidad con la que te metes en la historia.
  • Algo negativo: le falta mucha descripción. Realmente parece como si el autor pretendiera hacer una obra de teatro, más que una novela. Sería lógico viendo su carrera literaria.
  • Pantalla: no existe una adaptación cinematográfica de la novela, pero en el club, hemos visto The Queen, de Stephen Frears que, además de ser frantástica y con la espléndida Helen Mirren, trata a la Reina en un momento en que tiene que tratar con su lado más humano.
  • Recomiendo: es una historia muy corta y con un lenguaje muy sencillo. Muy adecuada para iniciarse en el inglés. También, no vale la pena preocuparse por los autores mencionados: son un mero objeto, no importa no conocerles.

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