Título original: Tuesdays with Morrie
A veces, la opinión que tienes de una historia va directamente relacionada con la comparación con la historia que leíste justo antes. Supongo que es lo que me ha pasado con este libro: lo he leído justo después de leer The Heart is a Lonely Hunter. Comparar estas historias es totalmente absurdo. La obra de McCullers es lenta, densa, descriptiva y cargada de literatura; la historia de Albom, por el contrario, es rápida, ligera, fácil de leer y periodística. Podríamos decir que son totalmente opuestas pero en ambas el sentimiento de tristeza te abarca y te acompaña.
Si bien al leer a McCullers sabes que es ficción, con Tuesdays with Morrie sabes, desde incluso empezar a leer, que el héroe de la historia, Morrie Schwartz, va a morir en algún momento de la narración. No es nuevo en la Literatura (con mayúsculas) saber de antemano cómo acaba una obra (algún día debería hablar de Soy Julia, de Antonio Martínez), tampoco lo es que la tragedia final sea real --aunque lo que le rodea no lo sea. Sin embargo, de algún modo, aunque parezca demasiado sencillo y poco elaborado, este libro te llega hasta lo más hondo: Morrie es una persona encantadora, eso lo aprendes enseguida.
La historia describe como el autor, tras muchos años sin hablar con su profesor favorita, se entera de su enfermedad terminal y decide visitarlo. Cuenta como, martes tras martes, hablan sobre diferentes aspectos de la vida; es, realmente, la última lección o la última tesis que hacen juntos.
I glanced around Morrie’s study. It was the same today as it had been the first day I arrived. The books held their same place on the shelves. The papers cluttered the same old desk. The outside rooms had not been improved or upgraded. In fact, Morrie really hadn’t bought anything new –except medical equipment– in a long, long time, maybe years. The day he learned that he was terminally ill was the day he lost interest in his purchasing power.
So the TV was the same old model, the car that charlotte drove was the same old model, the dishes and the silverware and the towels –all the same. An d yet the house had changed so drastically. It had filled with love and teaching and communication. It had filled with friendship and family and honesty and tears. It had filled with colleague and students and meditation teachers and therapists and nurses and a capella groups. It had become, in a very real way, a wealthy home, even thought Morrie’s bank account was rapidly depleting.
Entre los temas de los que hablan está, evidentemente, la muerte, pero también la religión, la familia, el amor, la edad, la cultura, el dinero y un gran etcétera. Lo cierto es que no estoy de acuerdo con la mayoría de las opiniones de Morrie. Es una de esas personas que, si tuviera hoy menos de treinta, sería un piesnegrista, un backpacker, un hippie de esos que creen que la vida es de color de rosa e intentan convencerte de que comprar tetrabrik es malo para la Madre Naturaleza (y hablan de la Madre Naturaleza como si realmente saliésemos todos de su vientre, como si fuese un ente real --si te paras a pensar, ¿cual es la diferencia con creer en dios?). Morrie demuestra una filosofía de la bondad: perdona, ama, sé bueno, no malgastes el tiempo, disfruta de la vida, etc. Y sí, yo también pienso muchas cosas como él, al igual que también prefiero comprar plástico a brik, porque contamina menos, pero no me dedico por ello a decirlo como si fuese dogma de fe. Claro, que yo no tengo setenta años y estoy destinado a una cama. Está claro que aquello de que el diablo sabe más por viejo es cierto, pero ¿porque seas mayor te piensas que nos hemos de creer todo lo que digas?
Quizás soy de una generación en la que hemos aprendido a tomar nuestras decisiones: veo las generaciones anteriores a la mía que repiten errores, hechos y hasta modos sin pensar en las causas ni en las consecuencias; observo las generaciones siguientes y..., mejor ni lo describo.
El caso es que sí, esta historia novelada me ha tocado la fibra (echo de menos a mi abuelo, eso está claro) seguramente porque ya estaba triste tras leer a McCullers y no conseguir llorar por el sopetón que te da todo. Pero no estoy seguro de porqué ha tenido el éxito que ha tenido.
No quiero dar la impresión de que me creo más listo que nadie, porque no lo soy. Pero yo tengo mis opiniones y, hasta que no se me demuestra lo contrario, las mías son las únicas válidas --eso no hace que no respete las tuyas, claro.
Un día, viendo a Punset en la tele con mi hermana, nos miramos sorpendidos porque lo que había dicho era algo absurdo totalmente. No recuerdo qué era, pero desde entonces ni él, no mucha gente, me parecen tan interesantes.
En definitiva, una teoría no tiene porqué ser la correcta sólo porque no exista otra. O algo así, era la frase.
No quiero desanimar a nadie a leer la historia, pero tengo claro que no es un libro que vaya a recomendar a alguien que busque en él literatura o la Vedad. Sin embargo, para mejorar el inglés, adelante.
Quizás soy de una generación en la que hemos aprendido a tomar nuestras decisiones: veo las generaciones anteriores a la mía que repiten errores, hechos y hasta modos sin pensar en las causas ni en las consecuencias; observo las generaciones siguientes y..., mejor ni lo describo.
El caso es que sí, esta historia novelada me ha tocado la fibra (echo de menos a mi abuelo, eso está claro) seguramente porque ya estaba triste tras leer a McCullers y no conseguir llorar por el sopetón que te da todo. Pero no estoy seguro de porqué ha tenido el éxito que ha tenido.
“Ahhhh, it’s my buddy,” he would say when he saw me, in that foggy, high-pitched voice. And it didn’t stop with the greeting. When Morrie was with you, he was really with you. He looked you straight in the eye, and he listened as if you were the only person in the world. How much better would people get along if their first encounter each day were like this –instead of a grumble from a waitress or a bus driver or a boss?Los bestsellers, ya se sabe, no tienen porqué ser los que mayor calidad tienen. El lenguaje sencillo hace que se use como aprendizaje del inglés. Hasta ahí bien, pero por qué se usa como material en universidades americanas, es algo que no comprendo.
No quiero dar la impresión de que me creo más listo que nadie, porque no lo soy. Pero yo tengo mis opiniones y, hasta que no se me demuestra lo contrario, las mías son las únicas válidas --eso no hace que no respete las tuyas, claro.
Un día, viendo a Punset en la tele con mi hermana, nos miramos sorpendidos porque lo que había dicho era algo absurdo totalmente. No recuerdo qué era, pero desde entonces ni él, no mucha gente, me parecen tan interesantes.
En definitiva, una teoría no tiene porqué ser la correcta sólo porque no exista otra. O algo así, era la frase.
No quiero desanimar a nadie a leer la historia, pero tengo claro que no es un libro que vaya a recomendar a alguien que busque en él literatura o la Vedad. Sin embargo, para mejorar el inglés, adelante.
- Nota: 4/10
- Destaco: la facilidad de lectura: hacía tiempo que no leía una novela en dos sentadas.
- Algo negativo: mis opiniones son mías por lo que no quiero contradecir las de los demás, pero si buscas auto-ayuda o dogma, mejor coge la Biblia.
- Pantalla: hay una peli dirigida por Mick Jackson, con Hank Azaria y Jack Lemmon, pero aún no la he visto.
- Recomiendo: leerla si buscas aprender inglés o si quieres hacer un viaje en tren más ameno.
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